No hay una buena historia sin un buen principio

Las batallas y los sucesos que afectan a la humanidad se aprenden de los libros de historia. Las moralejas que son importantes para ser buenas personas y nunca elegir el camino fácil, se relatan en los cuentos, y algunas incluso en películas (Disney`s productions). Los grandes pensadores y científicos se hartan de escribir páginas y publicar libros, editar y re-editar y sobre re-editar lo re-re-re...editado. Y para grandes y buenos chistes tenemos el libro "El club de la comedia".

Y ahora me pregunto ¿dónde están las historias, que no son merecedoras quizás de un premio Nobel, que no son trascendentales para millones de personas, o que dan tanta pena que no son dignas de publicarse en un libro de chistes? ¿Y aquellos consejos de gente con estilo que no sean de barrios de la Jet Set, u opiniones de chicas que no sean capaces de hablar con los ojos abiertos a la vez que mascan chicle y redireccionan sus pechos?.

Respecto a este tema Papá Noel; bueno un hombre muy bonachón, del cual nada más verlo pensé que de su baúl portátil, de madera de última generación y múltiples departamentos ( maletín muy original para los amigos), iba a sacar la lista de los niños malos para ver quién iba a recibir este año carbón; me recordó lo que una chica, muy maja y excesivamente efusiva en ocasiones, que parecía sacada de un libro de autoayuda dijo:"vosotros valéis, no hagáis de menos vuestras ideas, porque si no os estáis infravalorando".

Considero que anécdotas y vivencias de personas, que quizás no sean las más brillantes o destacables te pueden sacar una sonrisa, enseñarte alguna lección, o hacer que te solidarices con la pobre chica a la que le pegaron un chicle en el pelo. Pueden hacerte ver que tu no hiciste tanto el ridículo yendo a clase con las zapatillas de casa, como el que fue con el pijama.

Porque creo que debe haber un sitio para contar nuestras pequeñas historias y plasmar nuestras humildes opiniones.

19 de octubre de 2011

La amistad es cuestión de tiempo

El otro día leí en el blog de otra chica una entrada que decía que iba a empezar la Universidad y que le daba miedo perder a sus amigas de siempre, y me apetecía transmitiros mi opinión, porque estoy segura que es una preocupación generalizada. 

En mi caso la verdad que no era una preocupación, porque estaba deseando irme a la Universidad, lo veía como una oportunidad para conocer otra ciudad, más gente, poder ser tal y como era yo sola, para mi os debo de reconocer que fue, diría que la forma de conocerme a mi misma, pero más bien fue la forma de dejarme ser quien soy; y si eso madurar.

Tras haber vivido 6 años fuera de casa, pasar por dos ciudades, y tener muchos conocidos y unos cuantos amigos mi opinión es la siguiente. La gente según vas creciendo cambia, la gente según pasa el tiempo se va, tú te vas, dejas a algunos amigos que terminan sólo siendo conocidos, pero los de verdad se quedan contigo, aunque os separen muchos kilómetros de distancia, estén en otro país, y sólo habléis de vez en cuando.

El conocer a otra gente no implica perder a tus amigos de siempre, os aseguro que en estos 6 años he hecho muy buenos amigos, y sigo haciéndolos, lo que siempre intento es no perder el contacto con los que verdaderamente me importan.Lo que debes intentar es no perder a la gente que te importa de tu pasado para que siga en tu presente, y seguir avanzando, que por lo menos no sea por ti.

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Crazy For Little Things

10 de octubre de 2011

Coger un autobús de vuelta casa se convirtió en una Odisea (II PARTE de : Odio los autobuses)

Como sé que la estábais deseando no he tardado mucho en publicarlar esta entrada. Como ya os comentaba en la anterior entrada mi amor por los autobuses es incondicional, e intento evitarlos lo más posible.

Sin embargo, el viernes pasado fue inevitable, la personas con la que volvía a casa en coche no estaba y el horario de tren me venia muy muy mal, tan mal como para verme decidida ca coger el autobús. Pero la cosa mejoraba por momentos, porque el asa de la maleta de ruedas la tenía rota, así que como total me llevaban y traían en coche, pues le até una cuerda, hasta que me comprase otra maleta, y os aseguro que era práctico para pasar el apuro, pero cómodo menos 1000.

Así que lleve la comida, la maleta y mi enorme ilusión por montar en autobús al trabajo, para salir pitando 1 hora antes a la estación de autobuses. A todo esto, el urbano petado de gente con maletas, denominado como el "síndrome del estudiante que vuelve pa' su casa", claro viernes, todo a reventar, añadiendo el calor horrible a las 14:30 de Zaragoza con nula ventilación, y me estaba entrando un agobio y una mala leche de que no iba a llegar, pensar en filas interminables de gente,..., pero bueno todo por un billete y sentarme y para casa.

Pero noooooooooooooooooo!! eso no terminaba así, las 15: 25 y el autobús a punto de salir, llego a la ventanilla, que suerte era la correcta y pero no había sitio en el autobús, y voy hasta los trenes con mi cómoda maleta, hago cola  sabiendo que hasta 1 hora y media no salía un tren y ya a punto de coger el billete, me llama un amigo que van dirección Tudela, alabado sea el señor, me salí de la fila y fui a por el urbano para tengo que volver a mi piso, pero no podía ser todo tan maravilloso, debía salir de la estación intermodal con algo más de resquemor. El saldo de la tarjeta del urbano se había gastado y no aceptaban billetes de 10 € así que tuve que ir hasta el bar para comprarme una botella de agua para cambios. 

Y ahí termino mi fatídico día en la estación de autobuses, con lo cual si antes los odiaba, ahora todavía más.

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Crazy For Little Things

3 de octubre de 2011

Esto va de traumas infantiles (I PARTE de: Odio ir en autobus)

Como os prometí aquí está de nuevo una entrada de esas que os gustan, sí sí, esas de profunda indignación y delirios llenos de sarcasmo. Pero para hacerme de rogar un poco, en esta primera entrada, os contaré mi trauma particular con los autobuses, ya entenderéis por qué. (Así en confianza, es que era un poco de más de larga y la he tenido que dividir, con vosotros es que no puedo tener secretos, me ponéis ojitos y no os puedo mentir)

No sé si alguna vez os he contado que tengo una odio tremendo a los autobuses, ya no tanto a los urbanos, sino a los de corta, media, larga y mega larga distancia.

Todo se debe, y prometo no algarme mucho, a que cuando estaba en Primaria fuimos a una excursión de estas tan apasionantes que te sueltan por medio del campo/museo/ciudad que terminas perdiendo el día, y te dicen: "bueno chicos en dos horas aquí,y luego si eso a las dos horas y media empiezan a llegar los primeros. Exactamente la excusrsión fue al Bocal (presa con cacho de campo para juagar al escondite, con cafetería roñosa y un laberinto enorme de cesped mal cuidado, no mucho más apasionante de lo que parece)

Pues resulta que a la vuelta nos dejábamos un paquetito de nada, lo que viene siendo al Directo del colegio, que la verdad fue muy divertido ver como corría detrás del autobús, pero eso me hizo reflexionar: " si hoy nos dejamos al director, y si no viene corriendo por detrás y gritando, se tiene que pegar una caminata de esas que ni los peregrinos que van al camino de Santiago, ¿qué pasa si se me cae la maleta al suelo del maletero del autobús? porque las maletas por si solas ni corren ni gritan".

Desde entonces he sido fan incondicional de los trenes y cada vez que sé que me tengo que montar en autobús, casi que se me cambia hasta el color de la cara de blanco leche a amarillo limón pocho.

CONTINUARÁ...

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